Los límites de Venezuela (VIII) | Vladimir Acosta
Este artículo fue tomado de la página web Últimas Noticias del 25Oct2022
por Vladimir Acosta
Continuamos con el largo y siempre complejo tema del Esequibo, aspecto clave y siempre actual de los límites de Venezuela.
En el artículo anterior quedamos en que para el año 1987 el problema del referendo aparecía por completo trancado y en que no se veía ninguna forma de salir de semejante situación. Siempre buscando llegar a un acuerdo satisfactorio para ambos, los dos países, por recomendación de la Secretaría general de la ONU, deciden apelar al método de los Buenos oficios, Al menos se está de acuerdo en poner en marcha el sistema y este empieza a funcionar en 1989 con un Buen oficiante elegido y aceptado por las dos partes con respaldo del secretario general de la ONU. Pero el sistema sólo funciona si de ambos lados se hacen concesiones mutuas en función de ese acuerdo que se busca. No parece ser este el caso, y en el cargo se suceden uno tras otro tres Buenos oficiantes. El primero de ellos fue Alistair Mc Intyre, reconocido filosofo escocés, que fue designado en 1989 y conservó el cargo por diez años. Le sucedió Oliver Jackman, de Barbados, que lo reemplaza y se mantiene como buen oficiante hasta 2009, cuando deja el cargo. El tercero y último fue el jamaicano Norman Girvan, que sucede en 2010 a Jackman y muere en 2014. Como era más que previsible, pese a sus esfuerzos, ninguno de ellos logra el menor resultado porque la verdad es que el tema está bloqueado, sin que se encuentre salida visible, y, en consecuencia, desde esa última fecha se abandona el sistema de Buenos oficios, porque se ve claramente que resulta inútil seguir manteniendo el cargo.
Entretanto Guyana, que sigue controlando el territorio en disputa, continúa manejándolo a su voluntad y tomando decisiones inconsultas, lo que cierra roda posibilidad de llegar a un acuerdo que satisfaga a Venezuela. Decidida a promover su desarrollo y no contando con recursos propios, Guyana continúa celebrando convenios complacientes con empresas transnacionales estadounidenses, canadienses y hasta brasileñas, las cuales buscan petróleo, gas y diversos minerales. Esas empresas exploran el territorio esequibo sin tomar en cuenta para nada a una Venezuela impotente que no puede hacer otra cosa que no sea protestar e intentar paralizar varios de esos contratos abusivos.
Se ha llegado así al siglo XXI y han surgido inevitablemente dos preguntas que van directamente al verdadero corazón o centro del problema: ¿es que el problema es insoluble? o ¿es que hay que buscar nuevos caminos? Con la llegada al poder de la Revolución bolivariana en 1999 y el creciente auge del liderazgo de Hugo Chávez, el gobierno venezolano toma algunas decisiones que sacuden el estancado problema. Chávez comienza condenando y haciendo paralizar en 2001 un proyecto estadounidense de montar una plataforma de lanzamiento de cohetes en el territorio esequibo. Y se muestra dispuesto a parar la injerencia de esas empresas, sobre todo yankees, que Guyana ha autorizado a intervenir de manera inconsulta en el territorio en disputa. Pero en febrero de 2004 visita Guyana, y en una reunión amistosa en Georgetown con el Primer ministro guyanés Bharrat Jagdeo, Chávez declara que hay que ir saliendo del tema ya agotado del Esequibo y a su dependencia del Laudo; que Venezuela no se opondrá a que Guyana desarrolle en el territorio esequibo planes y proyectos de inversión que sean necesarios para mejorar la vida del pueblo guyanés; y que Venezuela está dispuesta a colaborar en esos proyectos, lo que de hecho equivalía a plantear que el desarrollo de ese territorio en disputa fuese administrado directa y amistosamente por los dos países.
Después de tantas reticencias mutuas y conflictos, quizá era ya un poco tarde para intentar ese proyecto, pero no hay duda de que esta declaración de Chávez abría un verdadero camino para salir al fin del callejón sin salida que era la disputa por el territorio esequibo y para reiniciar (porque se lo había ensayado antes, aunque sin éxito) un proyecto amistoso y solidario de cogestión y desarrollo fraternal del territorio por los dos países.
No cabe duda de que esa propuesta de Chávez pudo abrir un nuevo camino y crear una nueva y esta vez sólida esperanza de lograr al fin una solución compartida y válida del estancado problema. Por desgracia no fue así. El agudo conflicto político que vivía Venezuela hacía imposible generar en el país un proyecto nacional en torno a esa propuesta. La derecha venezolana, cada vez más entreguista y servil a Estados Unidos (EU), no vaciló un instante, con la irresponsabilidad que la caracterizaba y la caracteriza, en acusar a Chávez de haber entregado el Esequibo, y ni siquiera el gobierno chavista y el propio Chávez convirtieron esta valiosa idea en proyectos y planes concretos que podrían haber intentado abrir y explorar ese camino. La propuesta no pasó del plano del discurso, y en los grandes planes de desarrollo y crecimiento de la Venezuela de esos años de liderazgo de Chávez y auge del poder y prestigio venezolanos, no se dejó ver ningún proyecto referente al Esequibo, confirmando así que la ocupación y desarrollo de nuestro territorio esequibo, que no habían tenido antes prioridad en Venezuela, tampoco la tenían ahora, volcado como estaba el gobierno del país al proyecto soberano de forjar la Patria grande de Bolívar con la participación de toda Sudamérica, lo que era ahora el grandioso sueño de Chávez al que dedicó todo su esfuerzo. Pero sin hablar más de Guyana. La que sí aprovechó la generosa propuesta de Chávez fue esta que, en ausencia de los planes y recursos ofrecidos por Venezuela, continuó desarrollando libremente sus proyectos complacientes e inconsultos con empresas transnacionales para explorar y ocupar el territorio en disputa, e incluso sus áreas marinas en busca sobre todo de minerales estratégicos, de gas y de petróleo.
Así en 2015 la relación entre Venezuela y Guyana vuelve a hacerse explosiva. El gobierno bolivariano ha dejado correr hasta entonces la propuesta de Chávez acerca de Guyana, esto es, ha dejado que esta desarrollase proyectos con empresas extranjeras, pero sin materializar la ayuda venezolana ofrecida. Actuando con toda libertad, Guyana no sólo estaba dando entrada a monopolios y corporaciones extranjeras, en especial de EU, sino que éstos habían empezado a explorar por su cuenta el área marítima correspondiente al territorio esequibo, esto es, a Venezuela, área que había quedado definida desde 1968.
Conviene a este respecto recordar que, desde entonces, el océano frente a la costa guayanesa de Venezuela y la costa propiamente guyanesa quedó dividido como área marítima en tres zonas. La primera es la venezolana o Zona Roraima, la que se proyecta desde el Orinoco y la costa guayanesa venezolana hasta el límite izquierdo del territorio esequibo conocido desde 1966 como Zona en reclamación. Esa primera área es claramente venezolana, vigilada y patrullada por la Marina de Venezuela. La segunda es el área marítima que se proyecta desde el ancho territorio de la Zona en reclamación, y la tercera la que corresponde en forma exclusiva a Guyana.
El conflicto se revive así desde 2015 porque Guyana, que desconoce ya la Zona en reclamación, está permitiendo que barcos de EU se muevan en esas aguas marinas explorando y buscando petróleo. La empresa exploradora es nada menos que la Exxon Mobil, ese enorme y bien conocido consorcio petrolero estadounidense al que años antes Chávez había enfrentado en Venezuela. La Exxon se movía y se mueve en esa zona marítima como si fuera propia, con autorización abusiva de Guyana, ya que es y será mar de la zona en reclamación por Venezuela mientras no se llegue a una decisión definitiva de la ONU sobre el problema limítrofe.
Sigo con el candente tema en un próximo artículo.
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